Antes de comenzar esta entrada me disculpo por no haber escrito la semana pasada. Podría culpar a las fechas navideñas, pero la verdad es que la navidad no es culpable sino la falta de decisión de sentarme a escribir (Aunque si estaba en el "correcorre" del 24).
Con respecto al título, cuando hablamos de cuentos para niños inmediatamente pensamos en Hans Christian Andersen (La Sirenita, El Patito Feo), Charles Perrault (Piel de Asno, el Gato con Botas) los hermanos Grimm (Hansel y Gretel, Rumpelstinkin) o Felix María Samaniego (La Cigarra y La Hormiga).
Por cierto que, como nota curiosa y poco conocida, algunos de estos cuentos clásicos son tomados de la tradición oral y rescatados por estos autores, de manera que suele confundirse su autoría real. Tal es el caso de La Cenicienta, Caperucita Roja o Pulgarcito, sin contar además con las versiones que de muchos cuentos clásicos son llevadas al cine por las empresas Disney con finales adaptados, (aclaro que no tengo nada en contra de Las Peliculas de Disney, me gustan mucho y creo en la genialidad original de Walt Disney).
Pero volviendo al tema de los "cuentos para niños", siempre me ha llamado la atención cómo se define una narración para niños, ya que si revisamos los textos originales de todos estos cuentos clásicos podemos ver que normalmente hay en ellos conceptos, situaciones y finales que, en criterio de muchos (vox populi), no son precisamente los "ideales" para niños. Por supuesto que esta es una cuestión de puntos de vista, creencias, aprendizajes y enfoques de distintas culturas, sociedades y contextos históricos, inclusive. Pienso que es por este motivo que son hechas adaptaciones y modificaciones de los finales y partes de las historias en la industria del cine, o por los narradores orales que se especializan en niños. Siempre asociamos cuentos para niños con finales felices.
Lo cierto de todo esto es que, en la mayoría de los cuentos clásicos "para niños" (no todos por supuesto), no se excluye la muerte, la violencia y la sexualidad (bien entendida), o no tienen finales felices. Tal vez el único parámetro común con la concepción que se tiene hoy en día es el enseñar algo, dejar un mensaje o un aprendizaje.
Así que, en vista de lo ambiguo que puede ser el concepto de cuentos para niños, creo que vale la pena aplicar aquello de la televisión: ..."sin la supervisión de padres, representantes o responsables", y, sin establecer ningún tipo de censura por supuesto, tomarnos la molestia y el tiempo de leer los cuentos para niños antes de dárselos a nuestros niños.
Si preguntan a que viene toda esta disertación, la respuesta es que he estado leyendo algunos cuentos de H.C. Andersen del libro "Cuentos Humorísticos y Sentimentales". Quiero hacer una especie de reconocimiento al escritor con respecto a sus cuentos poco conocidos y "no" precisamente escritos para niños. En particular uno de ellos realmente me conmovió y lo recomiendo a cualquier lector, ya sea niño o adulto: "Bajo el sauce"(texto).
Así que desde ahora ya no pensaré en Hans Christian Andersen como el escritor de cuentos para niños, sino como el escritor de cuentos y poesía para todas las edades.
Y ya que estamos tratando de colocar las cosas en su justo sitio, les dejo en el blog de poesía un poema que es una historia (literalmente), "Reír llorando" de Juan de Dios Peza. Que lo disfruten y hasta la próxima semana.