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martes, 22 de octubre de 2013

El origen de mis cuentos (I)

     Cuando inicie este blog el año pasado, la principal motivación, entre otras, fué la publicación de mis "Cinco cuentos de Navidad sin San Nicolás". Fui contando todas las peripecias que implicaron su publicación, pero lo que nunca les comenté fue que esos no fueron mis primeros cuentos escritos, y si bien fueron los primeros publicados se debió a varias cosas. En primer lugar eran cortos, hasta ahí me alcanzaba el dinero para enviarlos a imprenta y en segundo lugar, eran los que tenía disponibles y que guardaban una relación entre si. Cuando me refiero a disponibles es porque mis otros cuentos, previos a esos no los tenía, los había perdido o prestado y aunque los hubiera tenido no habria tenido el dinero para publicarlos (aún no lo tengo). 
     Pues en esta entrada quiero hablarles de las andanzas de esos otros cuentos y de paso, porque tiene relación directa, les cuento como comencé a escribir. En mi casa existía un "picó" (por anglicismo) que, para quienes son lectores noveles y no saben, era un "tocadiscos" para discos de acetato que estaba embutido en un mueble, lo cierto es que en ese tocadisco y por curiosidad de ver como funcionaba todo el mecanismo, colocabamos cualquier LP que hubiera en la casa, desde Hector Cabrera a Leonardo Favio, Camilo Sexto y Jairo, la Billo`s Caracas Boys, Alirio Diáz, Bethoven, Schubert, Merengue mix, María Victoria, un disco de Cantos de Canario en 45 rpm, Cuentos: La Princesa Brudulbudura, Aladino, Piel de Asno y La Bella Durmiente, pasando por el Topo Gigio y, aquí es donde comienza todo: Poesía para Todos y Poesía Negra declamada por Balbino Blanco Sanchez (A quien proximamente le dedicaremos una entrada de este blog) y un disco de poesía de Andrés Eloy Blanco declamado por Enrique Faillace. Es gracias a estos discos que aprendí a declamar medianamente poemas de Aquiles Nazoa, Francisco Pales Matos, Andrés Eloy Blanco, Nicolás Guillén y Manuel Rodríguez Cárdenas entre otros. De manera que, un día, sin mas ni mas e influenciado por un poema de este último (Tamunango),  escribí un poema para el periódico del colegio en sexto grado que llamé "Noche Silenciosa". Ustedes dirán que esa fue mi primera publicación,  pero no, la terquedad me ha acompañado toda la vida. (sigo siendo muy terco), mi poema comenzaba con los artículos "En la..." y mi profesora de un simple plumazo, sin explicación, los tachó y dijo que el resto estaba bien, yo, sin pensarlo dos veces tomé el papel con mis letras y le dije "no gracias", que no quería que saliera en el periódico, me volteé y me fui dejándola sorprendida. Al sol de hoy creo que de ahí nace mi aversión a los correctores, porque sigo considerando que, aunque tuviera doce años, lo que cualquiera escribe merece respeto sin que por ello deje de estar abierto a las críticas.
      En fin, esas fueron mis primeras líneas. Ustedes se preguntarán que tiene que ver esto con mis otros cuentos que, por si no lo he dicho, se titulan "Caballo de los Sueños" y la verdad es que lo voy a dejar para la próxima entrada, ya que no me gusta extenderme demasiado para no aburrirlos de una sola vez (sino aburrirlos poco a poco). Lo que si voy a colocar aquí es el poema de sexto grado  y en el blog de poesía el de Manuel Rodríguez Cárdenas (1912-1991), Tamunango. Espero que lo disfruten (el de él, no el mío) y hasta la próxima edición de mis viejas reminiscencias.

     Noche silenciosa
   
     En la noche silenciosa
     se oye el zumbar de los mosquitos.
     ¡Selva! Selva silenciosa,
     silenciosa hasta que amanece,
     con el amanecer comienza el ruido
     ruido escandalizante que acaba con la noche,
     noche silenciosa.

Rafael Ghinaglia (Caracas, 1980)