Translate

domingo, 29 de diciembre de 2013

No porque sea la última...

     Ya que nos acercamos a final de año escribo la última entrada del mismo, pero aunque el título lo sugiera no voy a hablar de entradas de blog ni de que sea esta o no la última. Hoy quiero escribir sobre algo muy trillado y de lo cual se escribe todos los años por Navidad, hoy quiero escribir lo que pienso y he sentido estos últimos días, hoy definitivamente quiero hablar sobre la Familia, Diciembre, la Navidad y Fin de Año.
     Por supuesto inmediatamente habrán pensado "otro cuento más sobre la armonía y noche de paz" y tal vez no sigan leyendo sino hasta aquí, no los culpo, hablar sobre valores pareciera estar pasado de moda, cursi o demasiado repetido. Pero en fin, si aún continúan leyendo quiero decirles que desde siempre, toda mi vida, para mi Diciembre ha tenido un aire especial, es como si hubiera tenido una señal secreta que me diera la sensación de que algo maravilloso iba a ocurrir, un secreto, un misterio. Me sentí algo diferente desde niño, tal vez demasiados libros de aventuras, fantasía y magia, lo cual, por alguna razón iba a ocurrir en Diciembre ¿San Nicolás? no, demasiado gringo, ¿El Niño Jesús? tampoco, el solo trae los regalos ¿Y entonces?, pues tenía que ver mas con la esperanza de que algo mágico tenía que pasar y convertir mi vida en la perfecta aventura. Pues cumplo con decirles que aun sigo esperando eso y sintiendo la misma sensación como cuando era niño.
     Sin embargo, los años pasan y mas que pasar, uno pasa por ellos, y en ese pasar de un sitio a otro he descubierto algo mágico en todos los Diciembre, y lo peor o lo mejor de todo es que las empresas de "marketing", publicidad, ventas, comercialización, cine y cuantos afines existan (tema del cual no se nada), nos lo repiten todo el tiempo, y aunque sea una estrategia de ventas de algún tipo, tienen razón: Nada mas importante que compartir con la Familia y los seres queridos...       
                                                 ...mientras aún estén.
     Se que esto último sonó terrible y fue con toda intención, porque así es como muchas veces nos lo venden, y lo cierto es que no sabemos si el día de mañana estarán allí y por eso tratamos de estar con ellos en Navidad, compartir, salir de compras, comer las doce uvas del 31, sacar las maletas, beber juntos un rato, emborracharnos otro, comer las hallacas de mi mamá, de tu mamá, de la mamá de alguien que son las mejores hallacas. De igual manera también es cierto que hay a quien no le importan estas fechas, ya sea por cultura, religión, creencias o no creencias, o aquellos que a veces llaman despectivamente (y sin razón) ateos.
     Y que conste que no es ni remotamente mi intención en modo alguno ser una especie de espíritu navideño para convertirlos, al mejor estilo Ebenezer Scrooge de Charles Dickens.
     Pero al final, para unos y otros sean cuales sean, tal vez no pasen otro Diciembre con aquellos que aman.
     Y es aquí en donde entra para mi la magia. Y es que en estas fechas reafirmo lo que pienso todo el año, no comparto con mi familia porque sea la última vez que tal vez los vea, comparto con mi familia porque es mi familia, la que me acompaña en los desvelos, la que estuvo alli el día que choqué, o se emperifolló un 24 o 31 y al preguntarle por qué tan elegante contestó "porque ustedes se lo merecen", la que estuvo el día de mi graduación y me perdonó no estar el día de su cumpleaños, la que me exaspera cuando me quiere y me quiere cuando la exaspero, aquella para quien aunque este molesto preparo un regalo el día de su boda y además voy y no me pierdo ni por equivocación ese bonche. Esa familia de la que, con o sin lazos de sangre, hablamos orgullosos cuando estamos de fiesta, en un bar, en la calle, en el trabajo o de excursión, "yo tengo un primo en Maracaibo" "mi hermana es la jefe de recurso humanos"" tengo primos por toda Venezuela" "¡Ese es mi hijo caramba!" "mi papá siempre resuelve". 
     Y hablando de padres, la última navidad que pasé con el mío fue toda una aventura para llegar a tiempo el 31 desde Mérida a Caracas (otro dia les cuento esa historia), lo cierto es que ese Diciembre no fue mas especial que los otros, porque, como ya dije antes, la magia está en que la Familia es la Familia, trato de valorarla todo el año y no porque sea la última vez que la vea en Navidad.
      De todas maneras, después de todos estos desvarios, Diciembre sigue siendo una buena excusa para compartir fiestas y rumbas. Y para ser consecuente con la Navidad y no alargar demasiado esta entrada (ya de por si larga) aquí les dejó esta estampa navideña, "Navidad de los Campos" de nuestro escritor y poeta Aquiles Nazoa 
    Asi que: feliz Navidad, feliz Año, feliz Día de Reyes, feliz lo que sea que los haga felices y...
           ...recuerden...             
                             no olviden....    Feliz...... 
                                                       Familia

lunes, 18 de noviembre de 2013

Por un poema que leí...

     Esto lo escribí por un poema que leí... mas que por el poema por la frase que venía con el: "(después de 23 años sin intentar hacer poesía: 15 nov 2013)"  escrito por Francia Medina. Aunque no exista relación alguna con el poema (aparentemente).

     Es algo más profundo, o por lo menos solía pensar que lo era, en los cientos de noches sin sueño llenas de sueños, de las angustias del día de mañana, del vivir la vida por unos principios sean cuales sean, pero principios, de las angustias de que vas a ser y como vivir, y a quién abandonar y dejar atrás, o a quién esperar a futuro y quién, tal vez, te esperará. De la ansiedad de romper cadenas que siempre están en nosotros mismos y correr, correr en ese sueño recurrente atravesando calles y avenidas, un cerro tras otro esperando que al fin sea la última calle y luego un bosque abierto a lo que creía, era la libertad.
     Pero siempre había una calle mas, otro camino, otra vía. Pero siempre había una calle mas que trataba, poco a poco, de diluir mis ganas de escapar. 
     Y ahora en esta noche sin sueño, con otros caminos y otras realidades sigo tratando de escapar, porque es algo mas profundo como solía pensar. Correr hacia adentro, pasar mis propias paredes a través de ventanas en vez de cerros, hacia bosques de ilusiones sin calles de realidad, tres pasos más hacia la soledad, pero tratando de llevar conmigo a muchos mas, paradojas eternas, sólo entre los demás con su soledad tan desigual, y los árboles frondosos del bosque llenos de hojas, cada una individual, parte de todo, a la espera también de escapar al marchitar.
     La diferencia es que en mi nada está marchito, todo reverdece, las mismas hojas en el mismo lugar, pero con nuevos horizontes para volar, es como si todo volviera a empezar y si, definitivamente, es algo mas profundo, tan profundo como solía pensar.

Rafael Ghinaglia
18/11/2013   

lunes, 4 de noviembre de 2013

El orígen de mis cuentos (III o Parte final)

     En segundo año de bachillerato (8vo grado hoy en día) tuve un profesor de literatura excelente, dedicado a la escritura y la investigación literaria, cosa que para el momento yo no sabía y no le daba tanta importancia. Este profesor tenía su propio libro de castellano y literatura adaptado al programa oficial vigente para la época, y hoy en día al revisarlo me doy cuenta de cuantas cosas aprendíamos que han desaparecido de las cátedras en las escuelas, el caso es que una de las estrategias que utilizaba en sus clases consistía en la lectura por capítulos de Las lanzas coloradas, original de Arturo Uslar Pietri. Nos turnábamos para leer en voz alta todo el capítulo en las dos horas de clase y al final nos pedía que escribiéramos, como tarea sin fecha de entrega, un ensayo sobre lo que habíamos leído. Por supuesto, como buenos adolescentes de catorce años no teníamos ni idea de lo que era un ensayo y al final escribíamos cualquier cosa que se nos ocurría. El resultado de esto es que, a fuerza de corregirme cada cuartilla, fui entendiendo de alguna manera lo que significaba un análisis literario y una síntesis de un texto dado. Así que por primera vez pude ver de otra forma todo lo que había leído y me aboqué a releer con otros ojos. Espero que si mi profesor llega alguna vez a leer esto se sienta recompensado, porque creo que lo que el trataba de inculcarnos, al menos en parte, me quedó internalizado y logró su cometido, para él, que ahora nombro, Domingo Lima-Dominguez vaya mi agradecimiento y reconocimiento mas sincero.
     En fin, ya no tenía mi "chicamusainspiradoradetodosmissuspiros", ya había quemado todas sus cartas, ya no podía ver los libros y cuentos de la misma forma, y ya no lograba escribir una cuartilla sin releerla y revisarla críticamente. Esto creó en mi una división en mi forma de escribir: lo que escribía impulsivamente de acuerdo al momento, la situación, el pie con el que me levantaba o la servilleta que me encontraba; y lo que escribía pensado y premeditado basado en un estímulo dado. Una frase, una palabra, una imagen.
     De todas maneras, aunque pensados, eran textos breves e inconexos sin un fin último, hasta que ocurrieron dos cosas casi simultáneas. La primera fue que en una fiesta a alguien, cuyo nombre difícilmente pueda saber, se le ocurrió leer la servilleta que estaba escribiendo "ese niño raro que escribe en una fiesta", sus palabras fueron para mi sorpresa: "Tienes que darle un significado y una orientación a lo que escribes, no basta con escribir, hay que darle un sentido, unos párrafos sueltos no dicen nada". 
     Esa frase caló completamente en mi desbocado cerebro de 14 años y coincidió con la segunda cosa crucial para el inicio de "Caballo de los Sueños". En esas fechas El Diario Meridiano del Bloque de Armas lanzó la convocatoria al I Concurso de Cuentos Deportivos Meridiano.
     Con este concurso de cuentos ya tenía un objetivo bien tangible y claro, me senté una tarde a escribir un relato deportivo en donde invariablemente puse mucho de la forma en que yo veía la vida, y como yo pensaba que debía ser. Así nació mi primer cuento, Mil quinientos metros.
     Por supuesto, ustedes se preguntarán que pasó con el concurso y la verdad es que una vez que estuvo terminado el cuento, jamás lo envié, lo que si hice fue tomarle el gusto a escribir historias y relatos, que al final, son mi forma de expresar lo que quiero decir, reflejar mi sed de aventuras (que sigue siendo en la actualidad una de las cosas que mas amo) y dejar volar mi imaginación y mis ganas de crear.
     Aquí termino esta historia del origen de mis cuentos, del inicio de "Caballo de los sueños" (Si los recursos lo permiten saldrá publicado en el 2013) y no sigo para evitar ponerme emotivo y me instale a escribirles 10 páginas mas. (algo tengo que dejar para la próxima). Así que espero tengan una buena semana y buenos libros que leer.
     

lunes, 28 de octubre de 2013

El origen de mis cuentos (II)

     Después de haber escrito ese primer poema sin publicar, me quedó como un espacio que debía llenar con algo, por supuesto que a esa edad (12 años) yo no lo sabía y simplemente comencé a escribir fragmentos y frases en mis cuadernos, libros y en cuanta servilleta o papel suelto caía en mis manos. Como para aquella época no existía Nintendo, Play Station, X-Box, "Tablets", Internet ni nada de esta tecnología recreativa, el tiempo de recreación de los niños y preadolescentes se repartía entre la televisión, los juegos de mesa y de carritos, muñecas y muñecos, saltar la cuerda, el beisbol, futbolito, metras, trompos, volleyball y cuanto invento hubiera en la calle que implicara una pelota y correr con los amigos. En mi caso pasó algo particular, todas esas cosas las alternaba con lo que leía, y es que en mi casa se compró una publicación que salía todas las semanas, eran resúmenes de libros clásicos en una colección llamada "Ariel Juvenil". Allí pude pasearme (siendo todavía mucho mas pequeño) por la mayoría de la literatura clásica: francesa, inglesa, americana, alemana, española y mas. Estos libros venían con la obra resumida en viñetas acompañada del texto condensado en paginas intercaladas, una manera muy inteligente a mi parecer de introducir a los jóvenes y niños en la lectura. Eso era como leer los suplementos publicados en México ("comics" versión en Español de Superman, Batman, Kaliman, El Santo, Linterna Verde y pare de contar).
     Lo cierto es que poco a poco pasé de las viñetas a los textos y autores como Julio Verne, Charles Dickens, Karl May, Daniel Defoe, Mark Twain, Emilio Salgari y sobre todo Edgar Rice Burroughs (Tarzán de los Monos) me sumergieron en un mundo de aventuras y romances, en paralelo a ese otro mundo de aventuras que vivía todos los días al salir de casa. (amén de que a los 12 comencé a practicar la escalada en roca). Por supuesto, no pudo faltar en todo este montón de alimento para mi imaginación, la presencia de una "chicamusainspiradoraobjetodetodosmissuspiros" como aparece en casi toda aventura. Y aquí está el  "quid" de este relato, comencé a ponerle un objetivo a todas esas notas y frases escritas en servilletas, ahora tenían un destino, un por qué, un fin y un punto al cual agarrarse para llenar esa inmensa necesidad de aventuras. Si Tom tenia su Becky Thatcher  yo podía tener la mía, y sobre ella se desbordó una infinidad de cartas y poemas que nunca llegó a leer y que al sol de hoy no sabe que alguna vez las escribí.
     El resultado fue que sin darme cuenta me cree el hábito de escribir, ya que mi amor platónico apareció justamente para 1980, el año que escribí mi primer poema aún cuando este no era para ella (Noche silenciosa). Era como si todo conspirara para que que comenzara a poner en papel mis ideas y desvaríos existenciales, hábito que aun mantengo hoy en día (no tanto el de escribir como el de los desvaríos). Durante casi tres años le escribí, alternando lo que sentía por ella con el deseo de vivir una gran aventura y un gran romance (el sueño de todo adolescente), hasta que se acabó, se esfumó, todo desapareció. No voy a relatarles aquí lo que sucedió, al menos por ahora, ya que no es importante para lo que nos atañe, el inicio de Caballo de los Sueños, mis primeros cuentos. En 1982 este amor platónico ya tenía sus horas contadas, mas no así mi sed de aventuras que se seguía llenando de libros e historias mágicas. Para esas fechas ya había leído todo lo que mandaban a leer en el bachillerato y mucho de lo que no también, no importaba si la lectura era larga o densa, como El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, o de fácil lectura como Juan Salvador Gaviota, aunque no por ello menos profunda. Leía todo lo que caía en mis manos sin que remotamente me pasara por la mente analizar como estaba escrito lo que estaba leyendo, sólo era una esponja absorbiendo todo lo posible para nutrir la fantasía. Hasta que me topé con mi profesor de literatura de segundo año.
     Bueno, para concluir este fragmento de hoy les diré que todos los cuadernos, cartas y frases que le escribí a mi  "chicamusainspiradoraobjetodetodosmissuspiros", tuvieron un fin acorde a toda historia de amor. Los tomé una noche y los fui quemando uno por uno. Al principio dudaba, pero creo que fue un romanticismo pragmático en el que las llamas, que envolvían en la oscuridad de la noche cada hoja con formas hipnotizantes, marcaban el final de algo que era efímero y que no podía ya alimentar mi aventura, a menos que pasara a ser un recuerdo, algo que pudiera contar, algo a lo que la nostalgia se aferrara para justificar mis ganas de vivir, sentir, amar y llorar. Era un niño con muchas ganas de soñar.
     Y aquí les dejo por hoy, ya casi llego a mi primer cuento, Mil quinientos metros, que sorpresivamente escribí por otros motivos menos románticos, pero eso, les queda para la próxima semana, si aún están de ánimos para leer todas estas anécdotas desorganizadas.
 
  

martes, 22 de octubre de 2013

El origen de mis cuentos (I)

     Cuando inicie este blog el año pasado, la principal motivación, entre otras, fué la publicación de mis "Cinco cuentos de Navidad sin San Nicolás". Fui contando todas las peripecias que implicaron su publicación, pero lo que nunca les comenté fue que esos no fueron mis primeros cuentos escritos, y si bien fueron los primeros publicados se debió a varias cosas. En primer lugar eran cortos, hasta ahí me alcanzaba el dinero para enviarlos a imprenta y en segundo lugar, eran los que tenía disponibles y que guardaban una relación entre si. Cuando me refiero a disponibles es porque mis otros cuentos, previos a esos no los tenía, los había perdido o prestado y aunque los hubiera tenido no habria tenido el dinero para publicarlos (aún no lo tengo). 
     Pues en esta entrada quiero hablarles de las andanzas de esos otros cuentos y de paso, porque tiene relación directa, les cuento como comencé a escribir. En mi casa existía un "picó" (por anglicismo) que, para quienes son lectores noveles y no saben, era un "tocadiscos" para discos de acetato que estaba embutido en un mueble, lo cierto es que en ese tocadisco y por curiosidad de ver como funcionaba todo el mecanismo, colocabamos cualquier LP que hubiera en la casa, desde Hector Cabrera a Leonardo Favio, Camilo Sexto y Jairo, la Billo`s Caracas Boys, Alirio Diáz, Bethoven, Schubert, Merengue mix, María Victoria, un disco de Cantos de Canario en 45 rpm, Cuentos: La Princesa Brudulbudura, Aladino, Piel de Asno y La Bella Durmiente, pasando por el Topo Gigio y, aquí es donde comienza todo: Poesía para Todos y Poesía Negra declamada por Balbino Blanco Sanchez (A quien proximamente le dedicaremos una entrada de este blog) y un disco de poesía de Andrés Eloy Blanco declamado por Enrique Faillace. Es gracias a estos discos que aprendí a declamar medianamente poemas de Aquiles Nazoa, Francisco Pales Matos, Andrés Eloy Blanco, Nicolás Guillén y Manuel Rodríguez Cárdenas entre otros. De manera que, un día, sin mas ni mas e influenciado por un poema de este último (Tamunango),  escribí un poema para el periódico del colegio en sexto grado que llamé "Noche Silenciosa". Ustedes dirán que esa fue mi primera publicación,  pero no, la terquedad me ha acompañado toda la vida. (sigo siendo muy terco), mi poema comenzaba con los artículos "En la..." y mi profesora de un simple plumazo, sin explicación, los tachó y dijo que el resto estaba bien, yo, sin pensarlo dos veces tomé el papel con mis letras y le dije "no gracias", que no quería que saliera en el periódico, me volteé y me fui dejándola sorprendida. Al sol de hoy creo que de ahí nace mi aversión a los correctores, porque sigo considerando que, aunque tuviera doce años, lo que cualquiera escribe merece respeto sin que por ello deje de estar abierto a las críticas.
      En fin, esas fueron mis primeras líneas. Ustedes se preguntarán que tiene que ver esto con mis otros cuentos que, por si no lo he dicho, se titulan "Caballo de los Sueños" y la verdad es que lo voy a dejar para la próxima entrada, ya que no me gusta extenderme demasiado para no aburrirlos de una sola vez (sino aburrirlos poco a poco). Lo que si voy a colocar aquí es el poema de sexto grado  y en el blog de poesía el de Manuel Rodríguez Cárdenas (1912-1991), Tamunango. Espero que lo disfruten (el de él, no el mío) y hasta la próxima edición de mis viejas reminiscencias.

     Noche silenciosa
   
     En la noche silenciosa
     se oye el zumbar de los mosquitos.
     ¡Selva! Selva silenciosa,
     silenciosa hasta que amanece,
     con el amanecer comienza el ruido
     ruido escandalizante que acaba con la noche,
     noche silenciosa.

Rafael Ghinaglia (Caracas, 1980)



     

domingo, 13 de octubre de 2013

¿Relato o cuento?

     Muchas veces utilizamos las palabras y términos según como los hemos aprendido, o basados en el referente que tenemos, como si fuera adherido a nuestra forma de pensar, hablar y expresarnos. Sin embargo, todo ese vocabulario que utilizamos cotidianamente tiene un origen (etimología) el cual la mayoría de las veces no tenemos claro, o por su uso cotidiano no se nos ha hecho necesario investigarlo. De modo que, de forma diacrónica, se van anexando y modificando acepciones de cada palabra, las cuales a su vez se van incorporando al léxico diario con nuevas interpretaciones y usos, hasta que, basado en criterios los cuales realmente desconozco, los estudiosos de la lengua (en este caso la lengua española o castellana), deciden incluir dichas acepciones en el Diccionario de la Real Academia Española (R.A.E). Así, nos encontramos con el hecho de que cada palabra puede ser utilizada de múltiples formas con significados que van acorde al entorno, el contexto, tanto literario como físico, y a la visión de quien las utiliza, salvando las distancias entre lo que es un uso particular y lo que significa una transgresión de las reglas gramáticales y conceptuales, establecidas y aceptadas para nuestro idioma. Es pensando en todo esto, que traigo a colación el tema de esta entrada del Blog:  ¿que es un relato y que es un cuento?
     Si volvemos a las definiciones de la R.A.E prácticamente podría decirse que son sinónimos. Sin embargo, según mi manera personal de interpretar los términos, el relato es una forma de narrar o describir un hecho de forma secuencial y apegada lo mas posible a la realidad y al entorno, el relato tiene una linealidad lógica temporal que nos permite seguir el hilo en el tiempo de lo que va sucediendo. Si bien la realidad, una vez relatada, dificilmente escapa a la interpretación y subjetividad del narrador, el "relato" de ella siempre tiene una base y un fondo en un hecho ciertamente acaecido, susceptible de ser comprobado o corroborado. En otras palabras, el relato no deja espacio a la fantasía o al acto creador del narrador, salvo la habilidad para adornar, gracias a la adjetivación y comparación, con imágenes descriptivas el hecho relatado. 
     La contrapartida a este apego a la realidad vendría a ser (nuevamente de acuerdo a mi interpretación personal) la narración de un cuento. El cuento no solamente deja espacio a la ficción, sino que permite la ruptura de la linealidad temporal y nos da la libertad de transgredir el espacio y el tiempo, como si fueran simples hojas de papel plegadas, para formar la figura e imágen que tenemos en el pensamiento, independientemente de si está basada o no en un hecho de la "realidad" circundante.   
     Ahora bien, la línea que separa el "cuento" del "relato" es tan fina que muchas veces deja de ser continua. Un relato de un hecho que no puede ser comprobado ni verificado, independientemente de la calidad de su factura, puede pasar a ser considerando un "cuento". De la misma manera, las expresiones del pensamiento, sentimientos o sensaciones de una persona solo pueden ser corroboradas por la misma persona, esto no determina la veracidad o no de las mismas, sin embargo no excluye la realidad del hecho, por lo cual no podemos (según mis propias interpretaciones) definirlo como un cuento o un relato, sino que pasaría a ser ambos a la vez. Así, las narraciones de experiencias personales e introspectivas podrían caer todas en este "limbo" conceptual narrativo.
     Ya que todo lo dicho anteriormente es una interpretación sobre la semántica de los términos, cada cual sacará sus conclusiónes, pero mientras eso ocurre o me llegan argumentos diferentes, y para no extenderme demasiado en esta elucubración,  aquí les dejo un relato que espero les distraiga y sea de su agrado:

Vitrina

            Es como una gran fiesta de alta sociedad, sólo que los invitados viajan a través del tiempo, vuelven de remotos siglos y espacios con sus trajes multicolores, extraños a mis ojos y elegantes en su momento.
            Reyes aztecas, príncipes persas, señores feudales y arlequines. Marquesas enjoyadas y vírgenes indias, caballeros ingleses y cosmopolitas americanos. Siglos XII, XIV, XVI y quien sabe cuantos más.
            Todos comparten un mismo lugar con una sonrisa en el rostro, plasmada, plástica, irreal. Tan irreal como la mirada fija, estática, orgullosa e irreverente de aquellos que saben que su tiempo ha pasado, y que al lugar en donde están no llegaran las pasiones y las penas del mundo real. Ya solo les queda soñar.

            Así como sueño yo ahora con esa fiesta inmortal de los muñecos en la vitrina, mirándome a través del cristal.

Rafael Ghinaglia

martes, 24 de septiembre de 2013

Motivos para escribir

     Por algún motivo aunque tenía las ideas no me sentaba a escribir en el blog desde hace tiempo, pero creo que hoy descubrí por qué, simple y llanamente porque he estado leyendo poco y en lo poco que he leído ultimámente no había nada tan bueno o tan malo (según mi apreciación, lo cual no significa que sea asi) que ameritara ser mencionado,  de esto me percaté porque anoche comencé un libro y lo terminé esta mañana, (con algunas horas de sueño intermedio), al terminarlo estaba sorprendido, Los Ojos del Amarilis (The Eyes of Amaryllis) de Natalie Babbitt, de quien nunca había leído nada ni la había oído nombrar. Lo cierto es que logró transportarme a través de sus páginas a un espacio, un lugar, una bahía en la cual la realidad se mezcla con la esperanza y la creatividad, en otras palabras una de esas lecturas que se dejan colar, pero mas aun, una lectura que te deja imaginar y pone ante tus ojos lo que ella seguramente vió ante los suyos (ya sea en la realidad o en la ficción), y sin llegar a ser un típico relato que encaje dentro del realismo mágico, deja mezclar lo cotidiano con lo irreal (¿O no es irreal?). 
     Bueno, lo cierto es que lo recomiendo. De fácil lectura, ameno, con una narrativa sencilla y coherente, con buenas descripciones no excesivamente adornadas, pero mas que suficientes para ambientarnos plenamente. (Todo esto para aquellos que no les basta solo el decir que es una buena historia y necesitan algo de análisis). En conclusión, es una buena y hermosa historia. 
      Lo cierto es que como me quedé con el buen sabor de la lectura, tomé el ultimo libro  que compré (Nudos y Desenlaces, 2012. bid & co. editor) y leí uno de sus relatos. Y ahí si realmente tuve que venir a sentarme y escribir estas líneas, porque de verdad no es común leer dos cosas buenas seguidas en un mismo día. Nudos y Desenlaces es la tercera publicación de un grupo de escritores que se inicio con un taller literario y que hoy día forman La Peña Sinenomine. El cuento que leí se llama Labios de Angel, de Mirna Querecuto Gómez y no pude evitar decir en voz alta al terminarlo ¡Que bueno! Y aunque no suelo hacerlo, voy a desglosar parte por parte mi opinión. (No se preocupen que no voy a contarlo).
     Se inicia con un pensamiento casual, casi irrelevante pero que de entrada nos ambienta y nos hace referencia a un hecho que vivimos diariamente (universalidad), sólo en cinco líneas crea una empatía con el lector. Luego en un lenguaje franco y sencillo nos va llevando de la mano por la conciencia y el pensamiento del personaje hasta sus sentimientos (o los de la autora, ¿quien sabe?) y de pronto nos golpea con una serie de frases e imágenes poéticas acordes a todo lo que está pasando "...era un atentado contra el olvido. pero para él, un hombre enamorado de instantes, era el intento de morir en el intento." Frase que me gusto tanto como el mejor verso de un buen poeta. Después de todo esto, ademas, nos evoca reminiscencias musicales (una vez mas nos deja ver la vigencia del texto al utilizar fragmentos de canciones que probablemente perduren en el tiempo) "...por mundos sutiles, ingrávidos y gentiles...". Esta última frase del Poeta Antonio Machado Ruiz, 1875-1939 (Campos de Castilla, 1912) y plasmada por Joan Manuel Serrat en su LP "Cantares",1969 
     Definitivamente la autora juega con las palabras, las dobla y desdobla a su antojo para llenar la realidad de adjetivos pintados y frases lapidarias "...las manecillas del reloj le indicaban que las horas estaban vestidas con trajes de plomo..."
     Finalmente se cierra el circulo, nos lleva de nuevo a pisar tierra y a la salida por el mismo lugar por el que entramos "¡Gorda, cántame El Gorrión!"
     No quiero extenderme mas, mis felicitaciones a Mirna Querecuto y si quieren entender de que estoy hablando pues no les queda mas remedio que comprarlo. Les aseguro que este relato vale la pena.
     
     Por último, como siempre, les dejo en el blog de poesía dos poemas de alguien quien escribe con una sutileza de imágenes como sólo los orientales saben hacerlo. Chiti Matya (1961) "Una muchacha de Butuo" y "Fragmento escondido" del libro "Tiempo" (2008),

miércoles, 20 de marzo de 2013

He vuelto

     Ha sido un breve intermedio, como a todos, el tiempo no nos alcanza y no he podido literalmente actualizar el blog en algunas semanas, pero como ya dije, es un breve intermedio, nunca una renuncia y "basta con un solo seguidor para que lo mantenga". Así que les dejo este breve relato que escribí un día que tenía ganas de volver y un nuevo autor en el blog de poesía, (Ramón de Campoamor 1817-1901, "¡Quién supiera escribir!"), para que no piensen los poetas que los dejo marginados. Espero sea de su agrado.



Volver

            Siento los pasos repicar en mis oídos, sonar una y mil veces contra las paredes vacías, el espacio vacío, las baldosas vacías. Siento mis propios pasos sobre el recuerdo de tantas situaciones pasadas en esta casa que supo escuchar las risas alegres y bulliciosas, los suspiros llenos de lágrimas escondidas en la profundidad de los cuartos solitarios.
            Poco a poco, mientras camino sobre la hojarasca y la tierra negra, se recortan contra el fondo verde de los árboles las imágenes nostálgicas, alegres en su tiempo y ahora quizás tristes. Una mesa puesta, una familia, padre, madre e hijos. Y entre la charla y el sonar de cubiertos y vajillas, algún regaño, una reprimenda, una anécdota, algunas veces una discusión sin trascendencia, tan sólo en el recuerdo.
            Una vez cada semana, salgo de la selva, olvido las causas de mi fuga, olvido el peligro que me acecha y vuelvo a aquellos patios llenos de fantasmas, de sombras fugaces y de sonidos discretos y acallados, llenos de un silencio relativo y del crecer de la hierba entre las grietas del piso, que llaman a las grietas sobre las paredes ya amarillas y las vigas carcomidas de los techos.

            Suena un silbido, un golpe seco y el desplomarse de un cuerpo sobre las baldosas viejas.



sábado, 16 de febrero de 2013

Ni buena ni mala literatura, sólo un buen libro.

     El tema acerca de lo que es buena o mala literatura está sumamente trillado, discutido, hablado, analizado, sintetizado, estereotipado e, (discúlpenme la expresión si es un barbarismo) internetizado. Basta con colocar en el buscador de google "buena o mala literatura" para que aparezcan 4.730.000 resultados (no exagero el número). Vale la pena entrar y leer un poco, con dos o tres direcciones creo se puede tener una idea general del tema. Sin embargo, no voy a hablar exactamente sobre eso (4.730.000 resultados son suficientes).
     Hay quienes dan parámetros técnicos y bien argumentados sobre la buena literatura, pero yo quiero hablar de algo mas personal e individual, algo que tiene que ver con un contacto mas directo con lo que leemos y sentimos, con aquella sensación que nos deja un libro al terminarlo y cerrarlo, nos quedamos mirando la tapa, lo giramos y vemos (por enésima vez) la contratapa, como si estuviéramos buscando una pista, una información que no habíamos visto y que nos permita seguir en la historia o lo que sea que hemos leído, buscamos aferrarnos a una ilusión o despertamos hacia una visión de un tema que jamás habíamos pensado, o todo lo contrario, una visión igual a la que toda la vida hemos tenido y nunca habíamos descifrado. ¿Cuantas veces cerramos un libro, suspiramos y pasamos las manos por las tapas como para sentir su "piel"? ¿Qué mas intimo que una caricia afectuosa? Es como si acariciáramos de alguna forma a aquellos seres que moran entre letras, son nada y son todo, no existen pero existen. Recuerdo la ecuación de Zorán cuyo enunciado dice: "Lo que no existe, existe", tomado de La noche de los tiempos (Les nuits des temps) de René Barjavel. Por cierto que aprovecho para decir que esta es la verdadera historia de amor a través de los tiempos, tanto así, que en mi opinión Romeo y Julieta de Shakespeare sólo es un efímero romance en un breve momento (sin desmerecer la calidad de ese amor y por supuesto de la obra y el autor).
     Pero volviendo al tema, quiero hablar sobre esos libros que, cuando nos encontramos con amigos, siempre tienen algo que nos da la ocasión de comentarlos o traerlos a colación, lo cierto es que ocurre porque los tenemos frescos y muy presentes, ya que de alguna manera nos impactaron o movieron sentimientos profundos, encontrados, sinceros, tristes, alegres, oscuros, a flor de piel o en cualquiera de sus versiones, pero sentimientos al fin.
     De manera que cuando leo algo, ya sea una frase, un cuento o una novela y al terminar repito las palabras o recreo las imágenes en mi mente y, por sobre todas las cosas, me siento bien y realmente satisfecho pero con ganas de mas, puedo decir "sin que me quede nada por dentro" que he leído un buen libro. Y antes de que los entendidos en literatura digan que eso no basta y no es suficiente, que hay que tomar en cuenta la forma de escribir, el estilo y la técnica, quiero hacer una diferencia arbitraria, y es que hablo de un buen libro y no quiero caer en discusiones bizantinas sobre buena o mala literatura.
     Es probable que un número de personas esté de acuerdo conmigo y un número igual o mayor no lo esté, sin embargo, la verdad es que todas estas elucubraciones me sirven como perfecta excusa (aunque no la necesito) para poder recomendarles aquí libros que he leído y que de alguna manera me han dejado huella. De la misma forma me permito recomendarles poemas que para mí son muy buenos, como por ejemplo Canción del Pirata de José de Espronceda (1808-1842).
     En conclusión (casi siempre hay una conclusión), cuando les decía en una publicación anterior que había que ser selectivo con que leer, debí agregar que lo mejor para leer es aquello que realmente nos guste y nos de satisfacción, independientemente de si es o no una famosa y encumbrada obra literaria o entra en la tan criticada expresion "best seller", que ha sido motivo de numerosos foros y discusiones. 

     Así que les deseo una buena lectura y una feliz semana hasta la próxima entrada.

sábado, 9 de febrero de 2013

Imágenes

     Asomé suavemente, tímidas, mis expectativas fuera de la casa de mis primeras ilusiones.
    Mirando a los lados con cuidado di un paso al frente y descubrí sonriente que el mundo era demasiado grande para quedarse en un solo sitio. Y parado en mi recién formado juicio me deslicé por las calles, corrí por campos de esperanzas, caminé por senderos tristes regados de sentimientos, vivos o muertos y algunos insensibles. Ascendí paso a paso, piedra a piedra, amor sobre amor y deseo tras quimera, hasta la cumbre de una nube henchida de misterios y palabras pasajeras.
    Me precipito en una lluvia saturada de fragmentos que, ignorantes del todo, forman parte del todo, que conscientes de si mismos giran goteando la esencia de su ser. 
     De pronto me despierto sobre la hierba de un campo claro. El mundo es muy grande y descubro emocionado que mi cabeza, está llena de imágenes y letras. 

miércoles, 30 de enero de 2013

¿Que leer?

     Costumbrista, Vanguardista, Clásica, Modernista, Realismo Magico, Universal, Neoclásica, Barroca, Aventura, Romance, Misterio, Suspenso, Policiaca, Bizantina, Caballería, Ciencia Ficción, Realista, Crónica, Gótica SatiricaTerrorEspionajePicarescaInfantilmoriscanegratestimonialhistoricaautoayudacomicsasíaolicatalesternhydjeudkjeudjblablablabla................¡y pare usted de contar!
     Y es que hay tanto por leer que si solo decidiéramos tomar lo publicado en este país, exactamente el día de hoy, sin tener que ir a buscarlo, puesto en nuestras manos desde que amanece, estoy seguro de que no nos alcanzaría el tiempo para vivir sino dentro de los libros, (recordemos a Don Quijote y que su locura provino sólo de los libros de caballería). 
      A todo estos tipos de lectura hay que agregarle las épocas y fechas en que fueron escritos desde el inicio de la historia, (sin olvidar que la "historia" comienza con la palabra escrita). Eso nos deja una cantidad de lectura disponible tan ingente que necesitaríamos no una vida sino muchas vidas para leer lo que existe, eso  suponiendo que ya no se escribiera ni una palabra más y  partiendo del principio de que no tuviéramos que comer, dormir o...  vivir. 
     Con todo esto me viene a la memoria algo que aprendí de un profesor de Física de la Facultad de Ciencias U.C.V, a quien siempre recuerdo y cito, Abraham Lozada. Él nos estaba tratando de introducir en el concepto de orden de magnitud, para explicárnoslo utilizó como ejemplo el tiempo que tendríamos que invertir para leer los libros de una biblioteca sencilla, en fin, no recuerdo con detalles el ejemplo, lo que si recuerdo es que su conclusión muy real fue que, "debíamos ser muy selectivos con lo que leíamos porque había mucha información escrita y no teníamos sino una vida para leer". (Que no quede duda de que la física no sólo enseña fórmulas, sino una manera de ver el mundo) ;-).
     Lo cierto es que nos queda entonces la pregunta, ¿Qué leer? y allí está el problema. Como dice el refrán popular, "cada cabeza es un mundo", pues entonces cada cual tendrá que buscar el mundo literario que se adapte a su cabeza, y es en esta búsqueda en donde entran los amigos, la publicidad, la critica literaria, los autores, los estilos, etc. Y es en esta búsqueda en donde de alguna manera trato de ayudar al recomendar las lecturas que, a mi parecer, son buenas, sin entrar en detalles de lo que es "bueno" o "malo" (tema de una próxima entrega). 
     En conclusión, hay que leer, leer para vivir y no vivir para leer. Entre una cosa y otra, si mi criterio les sirve de algo (un poco loco y muy diverso), les recomiendo "El árbol generoso" (Título original: The giving tree) de Shel Silverstein, de fácil lectura, breve, pero con una profundidad impactante dentro de su simplicidad aparente, un cuento para niños, pero niños hasta de 99 años.
     Para terminar por hoy les dejo, a quien le guste la poesía, dos poemas de Luis Manzur Dekash, del libro "Rayas y colores", 1935: "T.B.C" y "En un barco de besos". No conseguí en internet los datos de este poeta  venezolano (lo cual no quiere decir que no estén), pero prometo irme a las bibliotecas para buscar la información y publicarla en lo que la tenga, porque me pareció muy interesante la forma de escribir para la época en que escribe (1935).

Que tengan buena lectura y hasta las próximas palabras que se me caigan de la pluma, (digo, del teclado).     

martes, 22 de enero de 2013

Moises Diez. Fabricante de reminiscencias y relojes.

     Solo era un paseo sencillo, una tarde, de esas que no tienes nada que hacer y sales a alguna parte con el sol oblicuo ya en declive. Pero al final no fue tan sencillo, y nuestro andar nos llevó hacia la Plaza Bolívar por  las calles, sorpresivamente vacías, del centro de Caracas, no es que no hubiera nadie, pero nada que ver con el acostumbrado ajetreo de ríos de personas que te tropiezan, te apresuran o te interrumpen el paso al esquivar a los vendedores de la calle en los días de semana, y además sin el incesante y atormentador corneteo innecesario del estrés descargado en el volante. Lo cierto es que a medida que nos acercábamos a la plaza el suelo de las calles cambio dejando paso a un empedrado nuevo, con los restos de los rieles del antiguo tranvía demarcando el inicio de un "boulevard", que comenzaba a ser agradable. De pronto nos golpeó sin preámbulos una música ni estridente, ni desagradable, e independientemente de que música era, digo nos golpeó por que fue tan de improviso que provocó un cambio en nosotros. Al inicio, mi sobrino se negaba a salir de casa y abandonar el televisor y los juegos de video, pero a sus trece años, sin él darse cuenta su animo cambio. En la Plaza San Jacinto, un grupo de personas sin mas excusas que un equipo de sonido bailaban en parejas, las calles estaban limpias, el aire seco y diáfano típico de Enero. De pronto me sentí como si fuera un guía turístico, esta es la antigua botica Santa Sofía, aquella que ves allá La casa natal de Bolívar, por este pasaje encuentras la Librería Historia, atendida por sus propios dueños y con verdaderos libros antiguos y de colección, y allá en la esquina, aunque es nuevo, el café Venezuela con un excelente café helado.
     Así, ahora íbamos los tres con una sonrisa, recordando nosotros cosas pasadas y el preguntando cosas desconocidas. Le hablé de la retreta, costumbre antaña en la plaza Bolívar, fuimos nuevamente golpeados cuando al llegar, ¡allí estaba una orquesta tocando la retreta! Conticinio, Dama Antañona y la infaltable Alma Llanera, un señor mayor, barriendo la plaza, cientos de palomas en el suelo y los árboles, con niños dándoles de comer.

     - Aquí es el único sitio en donde alguna vez vi ardillas negras.
     - ¡Si tío! ¡Alli va una!

     La cara de asombro fue mayor cuando las ardillas bajaron a comer maní y pan de las manos de la gente. Sentados en un banco decidimos que era hora de partir. La Catedral, El Palacio de Gobierno o Casa Amarilla, el Teatro Principal, el Palacio Municipal, el Capitolio y la Asamblea Nacional se incorporaron a mi recién adquirida labor de "Cicerone".
     Y allí de frente, la majestuosa y anciana Ceiba de San Francisco, detrás, la no menos anciana iglesia de San Francisco la cual le da el nombre y a la cual nunca había entrado. En esta oportunidad estaba abierta, pero antes, pudimos mostrarle las agujas tipo gótico del Palacio de las Academias, que contrastaban con las columnas y capiteles estilo románico que sujetan el frontispicio del Palacio Federal Legislativo, justo enfrente.
     La iglesia fue otro descubrimiento, un abrir de ojos e imágenes, los retablos, esculturas y pinturas siglo XVIII, unidos a los altos y dorados altares de madera de las naves laterales y el magnífico altar central.
     Mientras recorríamos las naves y detallábamos cada inscripción, cada grieta, cada mínimo resquicio o cicatriz de las imágenes, nos preguntábamos inevitablemente las historias, cuentos y anécdotas que podrían narrar a través de los siglos todas estas reliquias si cobraran vida.

     - Tío esto da miedo, son muy viejas, yo no me quedaría una noche aquí.
     - ¿Pero que te da miedo?
     - Es que todo es muy viejo.

     Nos sentamos a escuchar la misa con mi madre y la verdad, la conversación del padre fue muy amena, lejos de los típicos sermones siglo XVIII, fue ciertamente agradable y divertido, incluso se metió entre los bancos y le colocó el micrófono a una pareja de recién casados. Tanto es así, que al terminar la misa fui a preguntarle al Padre cual arcángel era el que presidía el altar, y el mismo no sabía, entre opiniones propuestas y sanas discusiones, el padre, otro sacerdote mayor, el monaguillo y todos los que estábamos ahí logramos discernir quienes eran todos los santos del altar.

     - ¿Tío como se te ocurre discutir con el cura y meterte en el altar?   
     - ¡Porque quería saber pues! Los padres son personas, no les tengas miedo.

     Fue durante la misa, en las partes rutinarias y ya establecidas cuando descubrimos lo que originó este relato, junto al banco en el que estábamos, adosado a una columna, balanceándose inmutable y trasmitiendo un campanilleo cada cierto tiempo que no pude precisar, había un reloj de pie, largo y alto, de algo mas de dos metros, con su caja de madera adaptada a las formas de la columna, lo que indica que fue fabricado específicamente para ella, poseía un péndulo de bronce, contrapesos también de bronce, su horario y minutero de diseño antiguo, neobarroco, recargado, todo ello recubierto por prístinos cristales y, maravillosamente, el reloj marcaba correctamente la hora y producía irreverentes y sonoros  "trim, trim, trim, plin", que interrumpian la cadencia sistemática de la misa ese Domingo por la tarde. En el medio de su fachada pudimos leer:
Fabricante de relojes


     Quisimos saber luego, quién, cómo y dónde había fabricado aquel testigo sonoro que, desde quien sabe cuanto tiempo, permanecía imperturbable. Un reloj ajeno e indiferente al pasar del tiempo

"Moisés Diez, español, estudió en suiza, fue el mejor relojero que ha existido en España, fabricó relojes y campanas y fundo una empresa en 1902, muere a los 50 años en 1929"

      Y sigue allí, impasible, alegre y estilizado, como prueba de Moisés y su legado, para que nadie pueda dudar la grandeza y habilidad de "el mejor relojero que en España ha existido".
     Si alguna duda les queda, sólo acérquense una tarde de Domingo, o un día cualquiera que la iglesia esté abierta, él, les aseguro, estará allí esperando, recostado a su columna con su péndulo de bronce y sus campanas aun sonando...

Enero 22/2013

martes, 15 de enero de 2013

Cazador de tesoros

     Cada uno se inicia en la lectura en diferentes etapas de la vida, y cuando digo se inicia no me refiero a aprender a leer o a estudiar, hablo de cuando comienzas a leer libros lejos de los libros de texto o aprendizaje, cuando comienzas a encontrarle ese gusto a repasar las páginas unas tras otra, sin querer dejar de leer o cortar la historia a medias, cuando abres un libro en la mañana y al cerrarlo el sol se ha ido y ni siquiera has comido, o cuando te llaman quinientas veces, te buscan, te preguntan y comienzas a desesperarte porque no te dejan seguir el hilo, hablo de querer llegar a la casa, saludar apenas y buscar el desenlace de la novela que dejaste en la noche, y no has podido sacar de tu mente en todo el día, hablo de ese inicio en la lectura que te llena de ilusiones y alegrías, de historias y fantasías o verdades destempladas con realidades subyugantes. En fin, cada uno se inicia en diferentes momentos y edades.
     En mi caso particular tengo definido exactamente como y con que libros me inicie en la lectura, aunque eso será motivo de otra entrada otro día, lo cierto es que hace años, dentro de los libros que recuerdo haber leído y que en algún momento me llenaron la cabeza de aventuras, se hallaba "La venganza de Winetou" del escritor alemán Karl May. Este libro comenzaba para mi a la mitad de una historia, me llevaba de la mano por el Oeste norteamericano y luego me dejaba con un final abierto e inconcluso. Lo he leído muchas veces y aun me sigue atrapando.
     En fin, todo este preámbulo es para decir que ayer, para mi sorpresa, encontré en un librero por accidente la primera parte de esa historia, "La montaña de oro". Y lo que realmente me motiva a relatarlo aquí es esa sensación que me imagino todo lector asiduo pasa en algún momento. Esa sensación de descubrimiento de algo especial, algo oculto y algo secreto que te obliga a nadar por las librerías y libreros hurgando, desempolvando, sacudiendo y levantando cajas y libros arrumados o sepultados en estantes solitarios. Ese sobresalto cuando al fin encontramos esa primera edición del libro que tanto nos gusta, o aquellos poemas callados y pocos conocidos de un autor particular, o al abrir la primera página maravillarnos al ver la dedicatoria de puño y letra del autor cuando era un desconocido. 
     Hoy en día cuando queremos buscar libros de un autor o una saga cualquiera simplemente recurrimos a internet y los ubicamos rápidamente por este medio (si aún existen en el mercado), pero nada de esto podrá igualar al simple, sencillo y complicado placer que proporciona la búsqueda de esas palabras y letras que nos mueven la pasión, y nos convierten, a pesar de toda la tecnología de hoy, en unos verdaderos cazadores de tesoros arrastrando nuestros dedos por las viejas o nuevas tapas de aquellos buenos libros.
     Al terminar de escribir estas palabras, me voy a rellenar los espacios huecos que tengo en mi recuerdo de aventuras, a sumergirme en las llanuras entre el rio Pecos  y el Canadiense (Colorado), entre Apaches y Comanches. Así que no me llamen, no me escriban y no me busquen hasta que, al amanecer, regrese del Oeste. 
    
     Aquí les dejo este otro tesoro que tengo por aquí  y que los reto a buscar para que se puedan llenar de una suave, dulce, candorosa y meláncolica prosa poética, o como la llamó el mismo autor: "Elejía andaluza", me refiero a "Platero y Yo" de Juan Ramón Jimenez del cual les dejo el capítulo primero "Platero"

martes, 8 de enero de 2013

...sin pagar un precio.

      He llegado aquí y no sé donde es aquí, sigo sin saber a donde pertenecer y tal vez por eso mi soledad es mas profunda, mas sincera, mas completa. 
     Quisiera mirar hacia atrás y hallar algún espacio al cual volver, aquel lugar donde en algún momento las nostalgias y los recuerdos se junten con el presente y, junto con una mirada, una mano o algún afecto, poder realmente decir he vuelto a casa. Pero lo cierto es que no tengo ni siquiera a quien mostrar estas líneas y esperar un poco de comprensión, no que las entienda o me entienda, tan solo un poco de comprensión. 
     He aprendido tantas cosas en todo este tiempo y tan poco de mi mismo, sigo sabiendo lo mismo y aún no hallo respuestas, aún no hallo las preguntas y quizás, solo quizás, tenga, sin saber, todas las respuestas.
     Sólo estrellas fugaces, a las cuales me he acercado, han tratado de vislumbrar un futuro en mi silencio. He extendido mis labios y he besado sus sueños sin ser mi propio sueño, y me he perdido, y no me encuentro, y no se puede desandar lo andado sin dolor      ...sin pagar un precio.

                                                                          Enero 2006