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viernes, 25 de diciembre de 2015

Hacia que lado miras

     Esta mañana me levanté con las ganas de escribir revueltas y decidí actualizar esta página, con una idea fija comencé a mover las cosas para hacer espacio y escribir cómodamente, abrí por serendipity (o al menos eso cree uno) un cuaderno de los tantos que tengo arrumados a un lado del escritorio, hasta allí llego mi idea fija cuando reencontré las líneas que ahora les transcribo.


     Cuando caminaba por el sendero entre flores de Tara Amarilla y campanillas silvestres llegó a un sitio mas abierto y algo estaba mal, dió algunos pasos mas y al doblar el gamelotal vio el espacio negro y gris, el olor asfixiante, las varas negras y alargadas testigos bamboleantes, y los remolinos que arrancaban lágrimas por las cenizas y el tizne. 
     Cuando dobló el gamelotal vió por donde había pasado el incendio, allí, de pie, se quedó atrapado. El viento creaba unas extrañas olas que recorrían el suelo al remover las cenizas. Allí había belleza, allí había silencio, allí había vacío y había paz, la paz posterior al holocausto.
     Y se dijo al reflexionar - la belleza es terrible, no hay bondad en ella, no hay consideraciones ni promesas - y se dejó embargar por esa belleza insensible, sólo por el puro goce de si misma.
     Pero allí mismo, de pie, una vez saciado de belleza, miró al otro lado del sendero. Giró alrededor de un Algarrobo y una marejada de color inesperada le golpeó de  improviso, verde sobre verde, rojo fucsia naranja y amarillo, lleno de zumbidos y de flexibles reverencias de espigas hasta el suelo, que rendían pleitesía al mismo viento, siempre al mismo viento.
     Cuando pasó el Algarrobo vió por donde no había pasado el incendio. Las flores titilaban con reflejos al sol como estrellas en un cielo verde, las espigas moradas del rabo de zorro ondulaban con mansedumbre.
     Se quedó atrapado. Allí había belleza, espacio libertad y distancia, había continuidad y había esperanza.
     Y se dijo al reflexionar - la belleza es terrible, ignora la tragedia, sigue adelante sin mirar atrás, sin importarle la muerte o la tristeza - y se dejó embargar por esa belleza insensible, sólo por el puro goce de si misma.
     Pero debía seguir por el sendero y así hizo.
     Y se dijo al reflexionar - ¿Hacia que lado debo mirar al andar?



Rafael Ghinaglia
  09/10/2009