Ha sido un breve intermedio, como a todos, el tiempo no nos alcanza y no he podido literalmente actualizar el blog en algunas semanas, pero como ya dije, es un breve intermedio, nunca una renuncia y "basta con un solo seguidor para que lo mantenga". Así que les dejo este breve relato que escribí un día que tenía ganas de volver y un nuevo autor en el blog de poesía, (Ramón de Campoamor 1817-1901, "¡Quién supiera escribir!"), para que no piensen los poetas que los dejo marginados. Espero sea de su agrado.
Volver
Siento
los pasos repicar en mis oídos, sonar una y mil veces contra las paredes
vacías, el espacio vacío, las baldosas vacías. Siento mis propios pasos sobre
el recuerdo de tantas situaciones pasadas en esta casa que supo escuchar las
risas alegres y bulliciosas, los suspiros llenos de lágrimas escondidas en la
profundidad de los cuartos solitarios.
Poco
a poco, mientras camino sobre la hojarasca y la tierra negra, se recortan
contra el fondo verde de los árboles las imágenes nostálgicas, alegres en su
tiempo y ahora quizás tristes. Una mesa puesta, una familia, padre, madre e
hijos. Y entre la charla y el sonar de cubiertos y vajillas, algún regaño, una
reprimenda, una anécdota, algunas veces una discusión sin trascendencia, tan
sólo en el recuerdo.
Una
vez cada semana, salgo de la selva, olvido las causas de mi fuga, olvido el
peligro que me acecha y vuelvo a aquellos patios llenos de fantasmas, de
sombras fugaces y de sonidos discretos y acallados, llenos de un silencio
relativo y del crecer de la hierba entre las grietas del piso, que llaman a las
grietas sobre las paredes ya amarillas y las vigas carcomidas de los techos.
Suena
un silbido, un golpe seco y el desplomarse de un cuerpo sobre las baldosas
viejas.